Y acuérdome que estando el negro de mi padrastro trebajando con el mozuelo, como el niño vía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía dél, con miedo, para mi madre, y, señalando con el dedo decía:
- ¡Madre, coco!
Respondió el riendo:
- ¡Hideputa!
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico y dije entre mí: "¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se veen a sí mesmos!"
Lazarillo de Tormes
No hay comentarios:
Publicar un comentario